miércoles, 19 de septiembre de 2007

La compañera segunda...






Una vieja amiga. Salió originalmente de un astillero de Rosario. Persistió durante años en su formato original. Después la tomé yo, la modifiqué, le puse tres tambuchos para estibar cosas más o menos secas. En definitiva, de su primitiva configuración de canoa canadiense quedó como un kayak grande, (o más bien un ‘umiak’). Hoy es la llave que nos saca de la rutina y nos lleva mas allá; un mas allá que por ahora recorre la cuenca de los ríos Paraná, Uruguay y el Delta que estos forman. Con vela, con motor, o simplemente a remo, mi canoa y yo tenemos una extraña relación…

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